1
Escuché muy dulce y llena de amor
la divina voz de Jesús:
"Oh, querido hijo, yo soy tu Salvador;
deja el mundo y ven hacia la luz".
Renuncié al mundo, a Cristo me entregué,
lo invité a mi corazón;
y tan solo entonces su dulce paz gocé,
pues en él hallé salvación.
2
Siento la ternura en su voz, al decir:
"Alcanzaste pleno perdón;
di a todos que muy feliz es tu vivir,
y que al mundo ofrezco salvación".
Consagrado a él, mi deseo es anunciar
su incomparable amor;
y que por su gracia él quiere aceptar
hasta al más vil pecador.
3
Tengo la dichosa esperanza de oír
esa bella voz, musical;
cuando salvo esté en eterno porvenir,
en la hermosa Patria celestial.
Al eterno hogar finalmente partiré;
dejaré este mundo atrás.
Con los santos ángeles pronto viviré
y oiré la voz de Jesús.
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